Friday, August 19, 2005

LA CENA en Miami




Algunas imágenes del primer montaje de LA CENA, en Miami. Fue en junio del 2002
Crítica escrita para El Nuevo Herald

LA MESA ESTA SERVIDA por Norma Niurka

De manera desenfadada unos cuantos creadores se han juntado para hacer teatro en el Centro Cultural Español de Coral Gables, y el resultado ha sido algo tan seductor como valioso.
A Marc Caellas, un joven catalán que estudió cine y ama las artes, se le ocurrió desarrollar este proyecto cuando el director del CCE, Guillermo Basso, le pidió vincular el teatro a la actual exposición de Miralda, Sabores y lenguas: 13 ciudades, que relaciona diversas artes con la gastronomía.
Caellas echó mano a La Cena --una pieza escueta, pero llena de vericuetos, como un juego de ajedrez--, de un interesante autor italiano, Giuseppe Manfridi, desconocido aquí, respetado en su país. También escritor de radio y cine, Manfridi forma parte de una generación de dramaturgos deseosos de hacer regresar la palabra al teatro.
El director novel ha convertido un salón desnudo, carente de facilidades teatrales (sólo con las paredes adornadas fortuitamente por la exhibición de Miralda), en el ámbito perfecto para celebrar la cena con unos comensales imprescindibles: los actores y el público.
Los espectadores ingresan al salón oculto por una cortina y van ocupando las 26 sillas ante una mesa impecablemestida vestida de blanco, cubierta de pétalos de rosas. La evocadora música de Satie, una iluminación que hace milagros y el silencio del público (que asume con respeto la peligrosa proximidad con los actores), son cómplices perfectos de la puesta en escena.
Después que al visitante-espectador le sirven una copa de vino, comienza la ceremonia (cuyo realismo Caellas agudiza con el persistente aroma de la comida). Es el enfrentamiento de un padre y su hija, tras el suceso que los separó; con tantos dobleces y sorpresas que lo malévolo se nutre de lo sagrado a capricho del autor.
Manfridi sabe usar las palabras en justa medida y La Cena es un texto de ideas bien formuladas, con un tanto de suspense, a ratos simpático y a ratos cruel, y muy entretenido.
La selección del elenco es el mayor acierto de Caellas: cuatro actores de diversas formaciones y nacionalidades se interrelacionan a la perfección en esta cena de escenas. El director debutante ha tenido el privilegio de contar con una estrella del calibre de Carlos Cruz, en su primera aparición en la escena miamense luego de una brillante carrera teatral y cinematográfica en Cuba. Actor de excelente formación, controla sus movimientos y su voz con precisión, y cada uno de sus gestos y frases están cargados de intención.
Raúl Durán lo secunda con cierta afortunada ingenuidad; y completan el delicioso reparto, Estefanía Durán, una refrescante actriz española que debería apostar de una vez por el teatro; y el nicaraguense Christian Ocón, quien rinde una labor muy seria.
Sería una pena que este trabajo haya terminado ya, como se supone ocurra. La voz se ha corrido y todo el mundo quiere acudir a esta cena. El CCE ha añadido una función mañana, a las 8 p.m., pero eso no basta.La mesa está servida y este comentario pretende ser estímulo para que se sienten a ella por largo rato. Con sobremesa.